Título : |
La intervención del poder en el espacio arquitectónico el devenir de una civilización |
Tipo de documento: |
texto impreso |
Autores: |
María De Los Angeles Licas Cansaya, Autor ; Francisco Yuen Kam Rodríguez Peñaranda, Autor ; Francisco Yuen Kam Rodríguez Peñaranda, Autor ; Francisco Yuen Kam Rodríguez Peñaranda, Autor |
Editorial: |
Puno : Universidad Nacional del Altiplano. Facultad de Ingeniería Civil y Arquitectura. Escuela Profesional de Arquitectura y Urbanismo |
Fecha de publicación: |
2010 |
Número de páginas: |
173 pàginas |
Il.: |
diagramas, ilustraciones |
Dimensiones: |
30 cm. |
Material de acompañamiento: |
01 CD-ROM |
Nota general: |
Para Optar el Titulo Profesional : Arquitecto |
Idioma : |
Español (spa) |
Resumen: |
En el momento en el que se inicia el desarrollo de una investigación científica, implícitamente se está respondiendo de manera afirmativa a la pregunta: ¿representa la investigación científica una contribución a la sociedad?, además, podríamos preguntarnos si ¿la ciencia tendrá como objetivo contribuir con la sociedad o sólo busca conocer y con esto controlar su objeto de investigación para tener dominio sobre él?
Si se parte de la idea de que toda investigación científica supone indudablemente un aporte para el progreso de la sociedad en la que se produce, y a continuación se verifica la cantidad de trabajos que se elaboran en todas las disciplinas de las instituciones dedicadas a la investigación de todo el mundo -más aún sus resultados que se observan en la actualidad-; en ésta circunstancia surge la necesidad de redefinir el significado de la palabra progreso, si se entiende que el progreso al que nos condujo la investigación científica, permitió que lleguemos a la situación en la que nos encontramos actualmente como especie humana.
El concepto de progreso como producto excelso de la razón del hombre, que a partir del siglo XVII y con mayor intensidad desde el siglo XVIII genera la división del conocimiento en varias disciplinas o áreas especializadas del conocimiento derivando en el auge de la revolución industrial que a la larga con todas sus consecuencias y estragos en el espíritu del hombre y en el de la naturaleza, vienen a constituir las pruebas del rotundo fracaso que provocó esta visión fragmentada de la existencia humana –basada en la visión productiva de toda existencia- que destruye la comprensión total del ser.
Progreso fue la palabra emblema de los siglos XIX y XX y aún hoy lo es; fue la promesa que condujo todos los esfuerzos del hombre a un objetivo: el desarrollo (y esto a cualquier costo); se entendió y se entiende la historia como una gran avenida sobre la cual la humanidad marcha con determinación, sin dudas, heroica y victoriosa, siempre adelante; pero ¿hacia dónde?, ¿por cuánto tiempo? y después ¿qué? es ridícula una solemne marcha hacia el infinito, hacia un final sobre el cual nadie se preguntó o que nadie quiere preguntar, para eludir la responsabilidad que esto implica.
No son pocas las personas que cuestionan el logos como único motor de “desarrollo” y “progreso” para el hombre; Richard Leakey en su libro Los Orígenes del Hombre escrito en co-autoría con Roger Lewin, afirma lo siguiente: “quizá la especie humana no sea más que un espantoso error biológico que se ha desarrollado hasta traspasar un punto en que ya no puede prosperar en armonía consigo misma ni con el mundo que la rodea”, está claro que lo que en un inicio consideramos como desarrollo o progreso, con el tiempo se transformó en destrucción.
Considerando la persistencia de la razón, que otrora fuera liberadora del pensamiento del hombre y ahora no, es que en la década del 70 las autoridades de la Universidad de Chicago definieron “la libertad sin trabas” como: “el derecho a pensar lo impensable, a discutir lo indiscutible y a desafiar lo indesafiable”. Por nuestra parte hasta ahora hemos vivido con prejuicios que nos impedían abordar los problemas de la arquitectura desde otras perspectivas, es decir, a la sombra del mito de la especialización, por eso, al considerar los millones de trabajos de investigación científica ejecutados y por ejecutar en todo el mundo, nos es posible plantear una perspectiva de análisis óntica apoyada en diversas disciplinas y artes que nos permita abordar el problema de la existencia y el habitar desde el espacio arquitectónico.
En esta dirección nuestra escuela, está promoviendo la elaboración de trabajos con perspectivas que permiten ampliar el espectro de estudio de sus alumnos como lo han hecho otras universidades en el mundo, algo que consideramos muy valioso.
Comencemos por explicar que la aparición de la razón en el hombre (en términos evolutivos) le permitió elaborar ideas que fueron en un inicio precarias y más tarde complejas, que paulatinamente se incorporaron a sus estrategias de sobrevivencia, marcándose así la ruptura (aparente) con una vida hasta ese momento conducida absolutamente por el instinto.
Lo que ha hecho el hombre a partir de la razón, es simplemente desarrollar técnicas cuya eficacia aumentaría progresivamente con el paso del tiempo; desde los días en que ocupaba una caverna, la historia del hombre se transformó en una incansable búsqueda para la satisfacción de su instinto de sobrevivencia. Debido a esto se dio inicio a la elaboración incesante de técnicas, objetos y sistemas de organización (que en un determinado momento ya incluyeron el lenguaje) para garantizar su permanencia en éste mundo. Considerar los efectos de la técnica en el espíritu del hombre nos permitirá comprender el modo en el que la hemos incorporado a nuestra labor creativa y el nivel de conciencia que tenemos en el desarrollo de nuestra labor, es decir, cómo se canaliza la acción de la técnica a la dimensión ontológica y cómo esta se transmuta en espacio y este en posibilidad o imposibilidad de existencia.
Como es evidente cada técnica , cada objeto, y cada organización inexorablemente requirieron de un espacio para acaecer.
En la medida en que la organización del hombre se complejiza, se enmascara en ella su vacuidad; de éste modo logra convivir con su condición primitiva. Una prueba de esto es la incorporación de sistemas de organización vertical, que es como la naturaleza organiza a los organismos que forman grupos numerosos para existir (insectos, mamíferos, etc.); éstos sistemas verticales que se dieron en todo el mundo y en todas las épocas, desarrollaron diversas formas para la canalización de objetivos convenientes al grupo, a través de espacios que en función de sus realidades, derivaron en escenarios de diversas expresiones culturales.
Para abordar el tema de la Ontología en la Arquitectura hemos considerado necesario desarrollar una aproximación al ser, que nos permita profundizar en él sin alejarnos de nuestro interés prioritario: la Arquitectura. Para conseguir este objetivo creemos necesario remontar nuestras reflexiones a las concepciones que se tenían sobre la experiencia del espacio en las distintas etapas históricas de nuestra sociedad, experiencias que se originan en la percepción del universo, aquella que enriquecía la significación de cada espacio creado, configurando el sentido y el propósito de éste, paralelamente estudiaremos los efectos del espacio como vector y contenedor del poder en el devenir del alma.
El “universo mental” del hombre religioso nos presenta una dificultad extraordinaria, más aún si se le trata de abordar por la razón. Tomando en cuenta esta dificultad continuaremos con el desarrollo del tema más adelante.
Cuando pensamos en la significación y el sentido de una religión que no es la nuestra o que no practicamos ya se nos plantean algunos problemas y con esfuerzo, es posible acceder a ella aún cuando esto sea de manera limitada; pero, siempre tomando como referencia la nuestra (es difícil evitarlo). Luego veremos que en el intento de ampliar nuestro horizonte con respecto a otras formas de vida, llega un punto en el cual la construcción cultural de nuestra individualidad, nos presenta un límite de naturaleza estrictamente lógico. Pero en muchos casos disponemos de la literatura sagrada (cuando la hay) como instrumento de aproximación o los mitos y costumbres que nos llegan a través de la tradición oral.
En algunas circunstancias el comportamiento del hombre religioso nos resultará exótico, curioso, excéntrico, en suma incoherente. Pero nosotros apuntamos a poyarnos en la situación existencial que la religión crea en el hombre, para profundizar y explicar la incidencia del espacio arquitectónico en el ontos del hombre. |
Nota de contenido: |
Zona Territorial de Estudio PE: PUNO |
Link: |
https://biblioteca.unap.edu.pe/opac_css/index.php?lvl=notice_display&id=62799 |
La intervención del poder en el espacio arquitectónico el devenir de una civilización [texto impreso] / María De Los Angeles Licas Cansaya, Autor ; Francisco Yuen Kam Rodríguez Peñaranda, Autor ; Francisco Yuen Kam Rodríguez Peñaranda, Autor ; Francisco Yuen Kam Rodríguez Peñaranda, Autor . - Puno : Universidad Nacional del Altiplano. Facultad de Ingeniería Civil y Arquitectura. Escuela Profesional de Arquitectura y Urbanismo, 2010 . - 173 pàginas : diagramas, ilustraciones ; 30 cm. + 01 CD-ROM. Para Optar el Titulo Profesional : Arquitecto Idioma : Español ( spa)
Resumen: |
En el momento en el que se inicia el desarrollo de una investigación científica, implícitamente se está respondiendo de manera afirmativa a la pregunta: ¿representa la investigación científica una contribución a la sociedad?, además, podríamos preguntarnos si ¿la ciencia tendrá como objetivo contribuir con la sociedad o sólo busca conocer y con esto controlar su objeto de investigación para tener dominio sobre él?
Si se parte de la idea de que toda investigación científica supone indudablemente un aporte para el progreso de la sociedad en la que se produce, y a continuación se verifica la cantidad de trabajos que se elaboran en todas las disciplinas de las instituciones dedicadas a la investigación de todo el mundo -más aún sus resultados que se observan en la actualidad-; en ésta circunstancia surge la necesidad de redefinir el significado de la palabra progreso, si se entiende que el progreso al que nos condujo la investigación científica, permitió que lleguemos a la situación en la que nos encontramos actualmente como especie humana.
El concepto de progreso como producto excelso de la razón del hombre, que a partir del siglo XVII y con mayor intensidad desde el siglo XVIII genera la división del conocimiento en varias disciplinas o áreas especializadas del conocimiento derivando en el auge de la revolución industrial que a la larga con todas sus consecuencias y estragos en el espíritu del hombre y en el de la naturaleza, vienen a constituir las pruebas del rotundo fracaso que provocó esta visión fragmentada de la existencia humana –basada en la visión productiva de toda existencia- que destruye la comprensión total del ser.
Progreso fue la palabra emblema de los siglos XIX y XX y aún hoy lo es; fue la promesa que condujo todos los esfuerzos del hombre a un objetivo: el desarrollo (y esto a cualquier costo); se entendió y se entiende la historia como una gran avenida sobre la cual la humanidad marcha con determinación, sin dudas, heroica y victoriosa, siempre adelante; pero ¿hacia dónde?, ¿por cuánto tiempo? y después ¿qué? es ridícula una solemne marcha hacia el infinito, hacia un final sobre el cual nadie se preguntó o que nadie quiere preguntar, para eludir la responsabilidad que esto implica.
No son pocas las personas que cuestionan el logos como único motor de “desarrollo” y “progreso” para el hombre; Richard Leakey en su libro Los Orígenes del Hombre escrito en co-autoría con Roger Lewin, afirma lo siguiente: “quizá la especie humana no sea más que un espantoso error biológico que se ha desarrollado hasta traspasar un punto en que ya no puede prosperar en armonía consigo misma ni con el mundo que la rodea”, está claro que lo que en un inicio consideramos como desarrollo o progreso, con el tiempo se transformó en destrucción.
Considerando la persistencia de la razón, que otrora fuera liberadora del pensamiento del hombre y ahora no, es que en la década del 70 las autoridades de la Universidad de Chicago definieron “la libertad sin trabas” como: “el derecho a pensar lo impensable, a discutir lo indiscutible y a desafiar lo indesafiable”. Por nuestra parte hasta ahora hemos vivido con prejuicios que nos impedían abordar los problemas de la arquitectura desde otras perspectivas, es decir, a la sombra del mito de la especialización, por eso, al considerar los millones de trabajos de investigación científica ejecutados y por ejecutar en todo el mundo, nos es posible plantear una perspectiva de análisis óntica apoyada en diversas disciplinas y artes que nos permita abordar el problema de la existencia y el habitar desde el espacio arquitectónico.
En esta dirección nuestra escuela, está promoviendo la elaboración de trabajos con perspectivas que permiten ampliar el espectro de estudio de sus alumnos como lo han hecho otras universidades en el mundo, algo que consideramos muy valioso.
Comencemos por explicar que la aparición de la razón en el hombre (en términos evolutivos) le permitió elaborar ideas que fueron en un inicio precarias y más tarde complejas, que paulatinamente se incorporaron a sus estrategias de sobrevivencia, marcándose así la ruptura (aparente) con una vida hasta ese momento conducida absolutamente por el instinto.
Lo que ha hecho el hombre a partir de la razón, es simplemente desarrollar técnicas cuya eficacia aumentaría progresivamente con el paso del tiempo; desde los días en que ocupaba una caverna, la historia del hombre se transformó en una incansable búsqueda para la satisfacción de su instinto de sobrevivencia. Debido a esto se dio inicio a la elaboración incesante de técnicas, objetos y sistemas de organización (que en un determinado momento ya incluyeron el lenguaje) para garantizar su permanencia en éste mundo. Considerar los efectos de la técnica en el espíritu del hombre nos permitirá comprender el modo en el que la hemos incorporado a nuestra labor creativa y el nivel de conciencia que tenemos en el desarrollo de nuestra labor, es decir, cómo se canaliza la acción de la técnica a la dimensión ontológica y cómo esta se transmuta en espacio y este en posibilidad o imposibilidad de existencia.
Como es evidente cada técnica , cada objeto, y cada organización inexorablemente requirieron de un espacio para acaecer.
En la medida en que la organización del hombre se complejiza, se enmascara en ella su vacuidad; de éste modo logra convivir con su condición primitiva. Una prueba de esto es la incorporación de sistemas de organización vertical, que es como la naturaleza organiza a los organismos que forman grupos numerosos para existir (insectos, mamíferos, etc.); éstos sistemas verticales que se dieron en todo el mundo y en todas las épocas, desarrollaron diversas formas para la canalización de objetivos convenientes al grupo, a través de espacios que en función de sus realidades, derivaron en escenarios de diversas expresiones culturales.
Para abordar el tema de la Ontología en la Arquitectura hemos considerado necesario desarrollar una aproximación al ser, que nos permita profundizar en él sin alejarnos de nuestro interés prioritario: la Arquitectura. Para conseguir este objetivo creemos necesario remontar nuestras reflexiones a las concepciones que se tenían sobre la experiencia del espacio en las distintas etapas históricas de nuestra sociedad, experiencias que se originan en la percepción del universo, aquella que enriquecía la significación de cada espacio creado, configurando el sentido y el propósito de éste, paralelamente estudiaremos los efectos del espacio como vector y contenedor del poder en el devenir del alma.
El “universo mental” del hombre religioso nos presenta una dificultad extraordinaria, más aún si se le trata de abordar por la razón. Tomando en cuenta esta dificultad continuaremos con el desarrollo del tema más adelante.
Cuando pensamos en la significación y el sentido de una religión que no es la nuestra o que no practicamos ya se nos plantean algunos problemas y con esfuerzo, es posible acceder a ella aún cuando esto sea de manera limitada; pero, siempre tomando como referencia la nuestra (es difícil evitarlo). Luego veremos que en el intento de ampliar nuestro horizonte con respecto a otras formas de vida, llega un punto en el cual la construcción cultural de nuestra individualidad, nos presenta un límite de naturaleza estrictamente lógico. Pero en muchos casos disponemos de la literatura sagrada (cuando la hay) como instrumento de aproximación o los mitos y costumbres que nos llegan a través de la tradición oral.
En algunas circunstancias el comportamiento del hombre religioso nos resultará exótico, curioso, excéntrico, en suma incoherente. Pero nosotros apuntamos a poyarnos en la situación existencial que la religión crea en el hombre, para profundizar y explicar la incidencia del espacio arquitectónico en el ontos del hombre. |
Nota de contenido: |
Zona Territorial de Estudio PE: PUNO |
Link: |
https://biblioteca.unap.edu.pe/opac_css/index.php?lvl=notice_display&id=62799 |
La intervención del poder en el espacio arquitectónico el devenir de una civilización
En el momento en el que se inicia el desarrollo de una investigación científica, implícitamente se está respondiendo de manera afirmativa a la pregunta: ¿representa la investigación científica una contribución a la sociedad?, además, podríamos preguntarnos si ¿la ciencia tendrá como objetivo contribuir con la sociedad o sólo busca conocer y con esto controlar su objeto de investigación para tener dominio sobre él?
Si se parte de la idea de que toda investigación científica supone indudablemente un aporte para el progreso de la sociedad en la que se produce, y a continuación se verifica la cantidad de trabajos que se elaboran en todas las disciplinas de las instituciones dedicadas a la investigación de todo el mundo -más aún sus resultados que se observan en la actualidad-; en ésta circunstancia surge la necesidad de redefinir el significado de la palabra progreso, si se entiende que el progreso al que nos condujo la investigación científica, permitió que lleguemos a la situación en la que nos encontramos actualmente como especie humana.
El concepto de progreso como producto excelso de la razón del hombre, que a partir del siglo XVII y con mayor intensidad desde el siglo XVIII genera la división del conocimiento en varias disciplinas o áreas especializadas del conocimiento derivando en el auge de la revolución industrial que a la larga con todas sus consecuencias y estragos en el espíritu del hombre y en el de la naturaleza, vienen a constituir las pruebas del rotundo fracaso que provocó esta visión fragmentada de la existencia humana –basada en la visión productiva de toda existencia- que destruye la comprensión total del ser.
Progreso fue la palabra emblema de los siglos XIX y XX y aún hoy lo es; fue la promesa que condujo todos los esfuerzos del hombre a un objetivo: el desarrollo (y esto a cualquier costo); se entendió y se entiende la historia como una gran avenida sobre la cual la humanidad marcha con determinación, sin dudas, heroica y victoriosa, siempre adelante; pero ¿hacia dónde?, ¿por cuánto tiempo? y después ¿qué? es ridícula una solemne marcha hacia el infinito, hacia un final sobre el cual nadie se preguntó o que nadie quiere preguntar, para eludir la responsabilidad que esto implica.
No son pocas las personas que cuestionan el logos como único motor de “desarrollo” y “progreso” para el hombre; Richard Leakey en su libro Los Orígenes del Hombre escrito en co-autoría con Roger Lewin, afirma lo siguiente: “quizá la especie humana no sea más que un espantoso error biológico que se ha desarrollado hasta traspasar un punto en que ya no puede prosperar en armonía consigo misma ni con el mundo que la rodea”, está claro que lo que en un inicio consideramos como desarrollo o progreso, con el tiempo se transformó en destrucción.
Considerando la persistencia de la razón, que otrora fuera liberadora del pensamiento del hombre y ahora no, es que en la década del 70 las autoridades de la Universidad de Chicago definieron “la libertad sin trabas” como: “el derecho a pensar lo impensable, a discutir lo indiscutible y a desafiar lo indesafiable”. Por nuestra parte hasta ahora hemos vivido con prejuicios que nos impedían abordar los problemas de la arquitectura desde otras perspectivas, es decir, a la sombra del mito de la especialización, por eso, al considerar los millones de trabajos de investigación científica ejecutados y por ejecutar en todo el mundo, nos es posible plantear una perspectiva de análisis óntica apoyada en diversas disciplinas y artes que nos permita abordar el problema de la existencia y el habitar desde el espacio arquitectónico.
En esta dirección nuestra escuela, está promoviendo la elaboración de trabajos con perspectivas que permiten ampliar el espectro de estudio de sus alumnos como lo han hecho otras universidades en el mundo, algo que consideramos muy valioso.
Comencemos por explicar que la aparición de la razón en el hombre (en términos evolutivos) le permitió elaborar ideas que fueron en un inicio precarias y más tarde complejas, que paulatinamente se incorporaron a sus estrategias de sobrevivencia, marcándose así la ruptura (aparente) con una vida hasta ese momento conducida absolutamente por el instinto.
Lo que ha hecho el hombre a partir de la razón, es simplemente desarrollar técnicas cuya eficacia aumentaría progresivamente con el paso del tiempo; desde los días en que ocupaba una caverna, la historia del hombre se transformó en una incansable búsqueda para la satisfacción de su instinto de sobrevivencia. Debido a esto se dio inicio a la elaboración incesante de técnicas, objetos y sistemas de organización (que en un determinado momento ya incluyeron el lenguaje) para garantizar su permanencia en éste mundo. Considerar los efectos de la técnica en el espíritu del hombre nos permitirá comprender el modo en el que la hemos incorporado a nuestra labor creativa y el nivel de conciencia que tenemos en el desarrollo de nuestra labor, es decir, cómo se canaliza la acción de la técnica a la dimensión ontológica y cómo esta se transmuta en espacio y este en posibilidad o imposibilidad de existencia.
Como es evidente cada técnica , cada objeto, y cada organización inexorablemente requirieron de un espacio para acaecer.
En la medida en que la organización del hombre se complejiza, se enmascara en ella su vacuidad; de éste modo logra convivir con su condición primitiva. Una prueba de esto es la incorporación de sistemas de organización vertical, que es como la naturaleza organiza a los organismos que forman grupos numerosos para existir (insectos, mamíferos, etc.); éstos sistemas verticales que se dieron en todo el mundo y en todas las épocas, desarrollaron diversas formas para la canalización de objetivos convenientes al grupo, a través de espacios que en función de sus realidades, derivaron en escenarios de diversas expresiones culturales.
Para abordar el tema de la Ontología en la Arquitectura hemos considerado necesario desarrollar una aproximación al ser, que nos permita profundizar en él sin alejarnos de nuestro interés prioritario: la Arquitectura. Para conseguir este objetivo creemos necesario remontar nuestras reflexiones a las concepciones que se tenían sobre la experiencia del espacio en las distintas etapas históricas de nuestra sociedad, experiencias que se originan en la percepción del universo, aquella que enriquecía la significación de cada espacio creado, configurando el sentido y el propósito de éste, paralelamente estudiaremos los efectos del espacio como vector y contenedor del poder en el devenir del alma.
El “universo mental” del hombre religioso nos presenta una dificultad extraordinaria, más aún si se le trata de abordar por la razón. Tomando en cuenta esta dificultad continuaremos con el desarrollo del tema más adelante.
Cuando pensamos en la significación y el sentido de una religión que no es la nuestra o que no practicamos ya se nos plantean algunos problemas y con esfuerzo, es posible acceder a ella aún cuando esto sea de manera limitada; pero, siempre tomando como referencia la nuestra (es difícil evitarlo). Luego veremos que en el intento de ampliar nuestro horizonte con respecto a otras formas de vida, llega un punto en el cual la construcción cultural de nuestra individualidad, nos presenta un límite de naturaleza estrictamente lógico. Pero en muchos casos disponemos de la literatura sagrada (cuando la hay) como instrumento de aproximación o los mitos y costumbres que nos llegan a través de la tradición oral.
En algunas circunstancias el comportamiento del hombre religioso nos resultará exótico, curioso, excéntrico, en suma incoherente. Pero nosotros apuntamos a poyarnos en la situación existencial que la religión crea en el hombre, para profundizar y explicar la incidencia del espacio arquitectónico en el ontos del hombre.
Licas Cansaya, María De Los AngelesRodríguez Peñaranda, Francisco Yuen Kam ; Rodríguez Peñaranda, Francisco Yuen Kam ; Rodríguez Peñaranda, Francisco Yuen Kam - -
Puno : Universidad Nacional del Altiplano. Facultad de Ingeniería Civil y Arquitectura. Escuela Profesional de Arquitectura y Urbanismo - 2010
Para Optar el Titulo Profesional : Arquitecto
Zona Territorial de Estudio PE: PUNO
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